CommunismEngelsMarxMarxismNihilismSocialismStalinism

CUADERNOS INTERNACIONALES CUADERNOS INTERNACIONALES terminismo y el mecanismo demasiado grosero de su siglo por un probabilismo provisional. Marx escribía a Engels que la teoría de Darwin constituía la base misma de su propia teoría. Para que el marxismo siguiera siendo infalible ha sido necesario negar los descubrimientos biológicos realizados después de Darwin. Como estos descubrimientos, desde las mutaciones bruscas comprobadas por de Vries, consisten en introducir, contra el determinismo, la noción del azar en biología, se encargó a Lissenko de disciplinar los cromosomas y de demostrar nuevamente el determinismo más elemental. Esto es ridículo. Pero si se refuerza la ridiculez con la policía, ya tenemos el siglo XX. Para llegar a eso, el siglo XX tendrá también que negar el principio de indeterminación en física, la relatividad condicionada, la teoría de los quanta (1) y, en fin, la tendencia general de la ciencia contemporánea. El marxismo sólo puede ser científico actualmente bajo condición de estar contra Heisenberg, Bohr, Einstein y los más grandes sabios de este tiempo. Sin embargo, el principio que consiste en someter la razón científica al servicio de una profecía no tiene nada de misterioso. Ya fué llamado el principio de autoridad; es el que guía las Iglesias cuando éstas pretenden sujetar la razón verdadera a la fe muerta y la libertad de la inteligencia al mantenimiento del poder temporal. 2)
Finalmente, de la profecía de Marx, enfrentada contra sus dos principios, la economía y la ciencia, sólo queda en la actualidad el anuncio fervoroso de una acontecimiento lejano. El único recurso de los marxistas consiste en asegurar que la etapas son más largas y que cabe esperar que el fin lo justifique todo. Dicho de otra manera: estamos en el purgatorio y se nos promete que no iremos al infierno. El problema entonces, de otro orden. Si la lucha de una o dos generaciones a lo largo de una evolución económica, forzosamente favorable, basta para traernos una sociedad sin clases, el sacrificio es concebible para el militante: el porvenir tiene para él un visaje concreto, el de sus hijos, por ejemplo. Pero, si el sacrificio de varias generaciones no ha sido suficiente, y debemos desde ahora abordar un periodo infinito de luchas universales mil veces más destructivas, hace falta la certidumbre de la fe para aceptar el sacrificio de morir y la necesidad de matar. Simplemente, esta nueva fe está tan poco basada en la razón pura como las antiguas. Cómo podemos, en efecto, imaginar este fin de la historia?
Marx no retomó los términos de Hegel. Dijo, bastante oscuramente, que el comunismo era sólo una forma necesaria del porvenir humano. Pero, o bien el comunismo no termina la historia de las DI contradicciones y del sufrimiento y no se comprende entonces cómo justificar tantos esfuerzos y sacrificios o la termina, y sólo puede imaginarse la continuación de la historia como la mar.
cha hacia esa sociedad perfecta. Una noción mística se introduce entonces arbitrariamente en una descripción que se pretende científica. La desaparición final de la economía política, tema favorito de Marx y de Engels, significa el fin de todo sufrimiento. La economía, en efecto, coincide con la pena y la desgracia de la historia, desapareciendo con ella. ya estamos en el Edén.
No se aclara el problema diciendo que no se trata del fin de la historia, sino del salto hacia otra historia. Esta otra historia sólo podemos imaginarla según nuestra propia historia. Las dos, para el hombre, son sólo una. Esa otra historia plantea además el mismo dilema. bien ella no es la solución de las contradicciones y sufrimos, morimos y matamos casi inútilmente, o significa la so lución de las contradicciones y termina prácticamente nuestra his.
toria. esa altura, el marxismo sólo se justifica por la sociedad definitiva ¿Esa sociedad definitiva posee, entonces, un sentido? Sí, en el universo de lo sagrado, una vez aceptado el postulado religioso.
El mundo fue creado; tendrá, pues, un fin; Adán abandonó el Edén, la humanidad debe, pues, volver a él. Pero no lo tiene en el universo histórico si se admite el postulado dialéctico. La dialéc.
tica correctamente aplicada no puede ni debe detenerse (1) Los términos antagónicos de una situación histórica pueden negarse los unos a los otros y resolverse en una nueva síntesis. Pero no existe razón alguna para que esta nueva síntesis sea superior a las anteriores. solamente existe razón para ello si se impone, arbitrariamente, un término a la dialéctica, si se introduce, pues, un juicio de valor venido de fuera. Si la sociedad sin clases termina la historia, entonces, la sociedad capitalista será superior a la sociedad feudal en la medida en que ella acerca el advenimiento de la sociedad sin clases. Pero si se admite el postulado dialéctico, hay que aceptarlo totalmente. De la misma manera que a la sociedad de las órdenes sucedió una sociedad sin órdenes, pero dividida en clases, hay que decir que a la sociedad de clases sucederá otra sociedad sin clases, pero animada por un nuevo antagonismo, todavía por definir. Un movimiento al que se le niega un comienzo debe carecer de fin. Si el socialismo, dice un ensayista libertario, es un devenir eterno, sus medios constituyen su fin. 2)
Exactamente, el fin no existe, sólo los medios, sin garantía alguna, a menos que lo sean por un valor ajeno al devenir. En este sentido, hay que señalar que la dialéctica no es ni puede ser revolucionaria. Es solamente, según nuestro punto de vista, nihilista, puro movimiento que aspira a negar todo cuanto no sea él mismo. 1) Roger Caillois señala que el stalinismo objeta la teoría de los quanta pero utiliza la ciencia atómica que de ella deriva. 2) Sobre esta cuestión, ver Ensayo sobre el espíritu de ortodoxia, de Jean Grenier. Gallimard, editor) que sigue siendo, después de quince años, un libro de actualidad. 1) Ver la excelente discusión de Jules Monnerot: Sociologia del comunismo, tercera parte. 2) Ernestan: El Socialismo y la libertad.
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